memoria de la sangre


Memoria de la sangre

Ayer fui niña
Y me masacraba en la cara volcanes
Reventaba dura porquería amarilla y solo después limpia sangre
ahí frenaba porque la sangre es siempre un límite
que te dice que llegaste.

Bicicleta
Caída, sangres en la rodilla
una costra,  y a veces
agua como de luna,
 agua de ropa jabonosa
y  mas tarde orla roja doliente.

Mi  madre pateó unos sifones
Y se le clavaron en la pierna.
Aún se ensañan conmigo porque
en vez de ayudar, me escondí
en el dormitorio de mi abuela, aterrada.

(Era muy niña, sepan perdonarme,
 cincuenta años después)

El bochornoso episodio de mi banco de secundaria
y mi guardapolvo blanco
Rojo de roja sangre de mina.
Él que me alcanza el tapado
para ocultar mi vergüenza. Un acto de amor.

El hijo resbala en el patio
Lo levanto como en una Piedad,  le pongo una toalla
 y lo llevo con el padre.
Fue casi nada
un corte de boxeador en el arco superciliar
que se arregló con la gotita
Todavía puedo encontrar la cicatriz cuando le beso la frente.
El patio tenía un reguero rojo que se desleía
en el agua de la pelopincho.

Hace muy poco vi un motociclista caído
De su cabeza como de un jarrón
Se salía  la sangre todita y con ella se le salía la vida.
Ni me persigne, pero hubiera debido.
Porque la muerte siempre es sagrada.

No me entra en la cabeza
Que mi cuerpo esté lleno de roja sangre
La contengo y me nutre y me olvido
La arena, en tanto, cae en la piramide de vidrio. 




 

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