lluvia.

Ah, ¡pero se ha puesto a llover!
El agua me rapta, me arrastra,
me lleva de los pelos
al pasillo techado de un ph con malvones
desde donde miro la calle.
Soy una intrusa, 
pero no teman, señoras,
sólo me resguardo, 

Pienso en escalas solidarias,
en el trayecto por hacer bajo esta tormenta.
Estoy empapada
y la pantalla del celular me devuelve 
una clocharde, una homeless, una vampira de la lluvia
una niña de conventillo, una loca de estación,
un manso gorrión marrón. 
que, asombrado, pondera el caudal de la lluvia
y hace cálculos de sombrerero loco.

La vida está toda mojada, y como cartón se deshace,
se caga la fuerte lluvia en la puntualidad, en las prevenciones
Qué alegre es para quien se deja gozarla.
Qué don el agua que cae furiosamente
y te obliga a creer de nuevo en dios. 

Amados hermanos que se nos dé, otra vez, 
el don infinito de pisar los charcos
y mojarse los bajos del jean.

Pasa rodando un paraguas chino deshecho.
Vuelvo a sentir escalofríos y con ese repelús
todas las tetas se vuelven jovenes
y ahí  truena, y cae un rayo.

Cada vez más contenta,
me dejo ganar por lo festivo de la lluvia.

Si amaina, alguna vez,
ya no tendrá sentido
seguir camino.
Necesitaré  un café batido,
una ducha, cambiarme de muda.
El agua del cielo nos baldea
y viene a adecentar
los pecados de nosotros,
los que sabemos que vamos a morir.

Después de la lluvia,  somos otros. 



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