La enemiga
Si
hiciera, una vez en la vida, lo que más quiero
te
mandaría una tarjeta de invitación
para
avisarte que te espero para charlar
en
Habana y Segurola
y
para resolver de una vez por todas
este
asuntito que tenemos.
Una
tarjeta simpática como esas porquerías
que
colgás en tu facebook
con
perritos lastimados y vírgenes de Itatí
que
lloran piadosas y acercan
moralejas
idiotas para decir
de
qué va la vida.
Anticipo
tu mano blanda al saludarme
¿Cómo
estás, los chicos bien.?
Yo
te conversaría,
con
palabras que pudieras entender
porque
todas mis ironías y significantes
de
señora directora, de muchacha universitaria
de
mina analizada
se
mellan y desarman
en
la roca dura de tu ignorancia.
Te
hablaría con educación impostada
Con
el lenguaje bizarro con que vos
hablás
con los doctores
eligiendo palabras de
la Para Ti
o
de la revista Caras
que
hojeás sin comprar en la peluquería,
cuando
te hacés ese ordinario rubio falso que tan mal te queda
mientras
mirás modelos idiotas, falsas princesas
que
lucen vestidos de canje
y se sacan fotos en baños pulidos todo dorado
Y
después iríamos a lo nuestro:
te
pisaría la cabeza como si fuera una sandía
que
chorrea jugo de sangre
Bailaría
un haka sobre tu cuerpo
repartiendo
triperío por el piso
Saltaría
sobre vos
como
un ángel de exterminio,
largando
odio
como
un caracol larga la baba
como
un calamar larga la tinta
Y
después dormiría el sueño de los justos
una noche entera
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