basura china

El paquete lo retiré en la Aduana
muchos meses después
de no esperarlo más

Lo había comprado
en una página escrita
en chino mandarín
El mercader, un birmano
con el que me comunicaba por mail
con mi pésimo inglés de secundaria
Entendí que tenía un puesto al fondo del zoco
y el artilugio fue fabricado
por infantes esclavos de Vietnam
puntualmente encadenados
pero a quienes, cada seis horas,
y en cumplimiento de tratados internacionales
en defensa de la niñez
se les acercaba una escudilla con arroz:
el agua era a voluntad.

El producto del que me hice
abonando con  mercado pago
era una copia de algo noruego
en acero de baja calidad

El manual de instrucciones
venía escrito en  pictogramas
así que me apañé con los dibujos
y lo ensamblé como pude
Después de todo, pagué una bicoca
(me favorecía el cambio
acá las cosas están muy caras
y como estamos atrasados
no llegan las novedades)

Prometía, si yo entendí bien
que lo nuestro prosperara
Y así lo usé, con el cuidado
que la tecnología de microchips exige.

A la luz de la experiencia
me permito un consejo de mujer vieja:
no compren porquerías
mil fotocopias no son un libro
y eso vos que vos me diste
era basura china.

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